jueves, marzo 09, 2006

Carta de amor del pollo -Humor-


"Carta de amor del pollo" ganó el certamen literario "CARTAS DE AMOR"

“Carta de amor del pollo”(por Andrés Mazzitelli)

Tres Arroyos, 14 de julio de 1938

Mira, Eulogia, ya me cansé de andarme con rodeos. Que hoy no, que mañana quizá, que algún día tal vez...
Solía despertar con alegría y ahora mírame un poco, estoy hecho una calamidad. Solo alzo las persianas de mi despensa para poder espiar de lejos tu ventana. Solía esperar el tintineo del cencerro cuando entrabas por esa puerta, Eulogia, a eso de las once de la mañana, con tu bolsita tejida y tu monederito dorado. Yo te decía “Fíjate Eulogia, qué tomates que han llegao a la despensa Manolo!” y tu siempre respondías algo como “No los distingo, por el cartel del precio carísimo que les has puesto, Manolo!”
Te veía llegar y te veía partir, Eulogia, sorteando los charcos todavía tiesos por la escarcha, con tu pasito corto y veloz, y juro por Dios y por las almas de mis difuntos padres-qué en paz descansen, allá en la lejana Castilla- que jamás me he atrevido a echar ojos a tus pantorrillas, ni mucho menos- la Virgen es mi testigo- al escote de tu blusa. (La celeste, con motitas blancas)
No se por qué me haces esto, Eulogia, que te he visto salir once menos cuarto ayer y anteayer, con tu andar de gacela, rumbo a la esquina y he tenido que salir a la vereda para ver con mis propios ojos lo que mi corazón no daba por cierto: has doblao por Balcarce. Eulogia. No me hace falta ser adivino para saber que estás comprando en lo de Scotti, que te queda casi cruzando la ciudad y que, dicho sea de paso, tiene los peores tomates de la zona.
No merezco esto, Eulogia, ni que mandes a tu sobrino, El Francisquito, a pagar los 98 centavos que tenías fiaos en la libreta. Acaso he cometido algún pecado que deba pagar con tamaño desprecio?
Que si me gustas, pues, coño, claro que me gustas! Y me gustaste desde la primera docena de huevos que te vendí. Que si te he mirado barrer y barrer esa gastada vereda desde aquí enfrente? Pues, que me cuelguen si no lo he hecho! Pero, Eulogia, tengo que decir que cuando te miro, no te miro, sino que te ad-miro.
Que si soy un bruto almacenero? Casi sin duda que lo seré, pues no se mucho de historia, geografía, matemática o astronomía. Y no me avergüenza confesarte que llegué hasta cuarto grado, pero no entré...
Ahora, vamos, no tendré mucha agricultura, pero se muy bien que uno y uno son dos, y si ese uno eres tú, Eulogia. Qué maravilloso mundo sería!
Devuélveme el sueño, alivia mi agonía. Ayúdame a vencer este invierno tan crudo de mis días. Desátame de esta pena, rescata al fin mi corazón náufrago de la isla del hastío y sobre todo, Eulogia, sobre todo... no compres más en lo de Scotti, que hasta las malas lenguas dicen, y no quiero repetirlo, agrega agua a la leche y hasta arregló su balanza para que marque un kilo lo que pesa novecientos!
Perdóname, Eulogia, por enviarte esta nota escondida dentro del pollo que mandaste a comprar a tu sobrino, El Francisquito, pero ya no estoy para balcones y madrugadas. Tú me entiendes, Eulogia, eres viuda y yo aún soltero. El destino tiene caminos misteriosos y el mío me conduce a tu puerta. Además, ya lo sabes, he cumplido 51, Eulogia, mi amor desvanecido, mi refugio de guerrero cansado... jamás vencido.
Manuel José Olímpico Gonzáles.

Nota del historiados Lisandro Vassolo: El popularmente llamado “Mensaje de amor del pollo” devino en un curioso recorrido: fue leído por vez primera por Eusebio Tenaglia, quien por aquel entonces era uno de los tres cocineros con que contaba la Sociedad Italiana. Tenaglia solía mandar a ese joven flacucho al que apodaban “El Francisquito” a realizar encargues. Así, la íntima misiva equivocó su ruta. El cocinero, pensando que en verdad era un mensaje en clave enviado por los anarquistas, asó el bípedo y volvió a colocar la carta en su interior. El pollo era para la vianda del Coronel Ramiro Degracia, de la guarnición militar Tandil, que estaba de paso por la ciudad. A su vez, el Coronel obsequió el manjar a un grupo de reclutas que lo acompañaban de regreso a la guarnición, así que se estima que la carta fue leída varias veces más. (No está claro si el Coronel también encontró la nota) Uno de estos reclutas era Abelardo Domínguez, primo segundo del Francisquito y conocedor del barrio y sus gentes. Fue dado de baja de la conscripción para la noche buena de ese mismo año y llevó la nota consigo de regreso a Tres Arroyos. La carta aún se conserva en poder de Walter Gonzáles, nieto de Eulogia Domínguez... de Gonzáles.
Andrés Mazzitelli

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