lunes, septiembre 05, 2011

Acerca del amor, el miedo y la confianza

Pienso en “la confianza”...y me parece que es el nudo de la mayoría de los conflictos que hay en las parejas. Muchas personas, mujeres y hombres, prefieren escapar a una relación por miedo a sufrir una traición, o peor aún, para no sufrir la amenaza de la traición, que es un estado que sólo lo puedo comparar con la náusea, porque es como la antesala de algo peor que no termina de llegar. Y todos sabemos lo espantoso que es estar en un estado prolongado de náuseas. Cuando uno entra en ese estado, es lógico que quiera salir de él como sea, aunque eso implique renunciar a un amor o a un proyecto, o a ambos. Porque uno quiere que la náusea termine, simplemente. Entonces, muchas parejas encuentran su fin de un modo que tiene más que ver con sus más íntimos temores que con decepciones concretas.

Pero, es posible amar sin miedo?

La realidad es que la mayoría de las veces, cuanto más se ama, más voltaje hay en todos los centros sensoriales. Es un poco parecido al dinero: todos queremos tener suficiente como para no preocuparnos...pero el tener suficiente dinero acarrea preocupación de perderlo. Y eso es un círculo perpetuo. Es la serpiente que se come su propia cola.

Pienso que si hay un modo de salvar una relación del fracaso o de la nada, este modo es tratar de salir del propio centro sensorial, que a menudo se convierte como en una fortaleza llena de sensores donde mucha gente vive, atrincherada, evaluando los informes que le llegan a través de todas las antenas y decidiendo las cosas que le pueden o no provocar dolor.

Se parece un poco al sistema de defensa de una súper-potencia: está basado en el miedo. En el miedo al ataque externo. (Y en el miedo al dolor, en el caso de una persona).

Lo notable (y terrible, por cierto) es que a menudo, esta forma de pensamiento y de percepción del Universo circundante termina llevando a la súper-potencia directo a esa guerra que tanto teme. (Y al dolor a la persona que no logra escapar de este esquema mental)

En cambio, habría que salir del bunker, dejar el chaleco blindado un rato, apagar las antenas informativas y dejar sólo encendidas las sensoriales básicas.

Aprender a leer el lenguaje gestual, el corporal y el verbal, también. Porque si el amor existe, se dibujará en todos los gestos de la persona que lo experimente.

La verdad de una persona está escrita largamente más en esos códigos que en toda la información que se pueda reunir por todos los medios posibles. Es más, imagino que si para confiar en alguien se tuviera que reunir toda la información posible de esa persona, sin duda terminaríamos armando una imagen extraña de la persona, porque la decodificación de toda esa información es a menudo, algo caprichoso y arbitrario. (Además, es una imposibilidad práctica saber absolutamente todo de alguien, porque todo ser humano tiende al infinito en los detalles de su existencia, lo que convierte esta empresa en un imposible y una fuente garantizada de angustia)

En cambio, si nos quedamos con lo que esa persona nos genera sensorialmente, estaremos en un 90% más cerca de conocer realmente a alguien. A veces creo que incluso hablar no haría falta para conocer a alguien, sino que bastaría con mirar a los ojos para saberlo todo. Mejor dicho, para sentirlo todo.

Aún así, insisto...es posible amar sin miedo?

Es tan posible amar sin miedo como jugar la final de la Copa del Mundo sin miedo a perder...

Aún así, vamos a desistir en los vestuarios y a renunciar a salir a la cancha por miedo al dolor del eventual fracaso?

Mi opinión es que todo depende de dónde nos ubiquemos cuando estemos frente a un escenario de agitación o de angustia. Y el amor decididamente es por definición, un escenario de agitación.

Si permanecemos atrincherados en nuestro centro, observando a la persona amada como una potencial amenaza, será muy difícil disipar la angustia. La solución es desprenderse del centro (que tal vez los terapeutas llamarían ego) Y al menos por un rato, hacer el ejercicio de observar todo desde un punto de vista que no sea el bunker personal de cada uno. 
Por otra parte, no lo han pensado? Si fuéramos caminando por un campo y viéramos un bunker fortificado, armado hasta los dientes...pensaríamos que esa persona quiere defenderse o más bien atacar?

Hay que salir del bunker, ese lugar supuestamente seguro, que en esencia, yo llamaría “la mente” (Aunque aquí entraría en una polémica larga e infructuosa con todos los que consideran que “la mente” es todo el ser, cuestión en la que discrepo y coincido con el pensador alemán Eckhart Tolle : una cosa es “la mente” y otra es “el ser”)

Hay  señales que ayudan a reconocer cuando uno está sin darse cuenta en un bunker.

Estamos más predispuestos a "pensar mal" que  a "pensar bien" acerca de alguien que supuestamente queremos?


La misma persona puede generarnos sensaciones sublimes y desagradables de acuerdo a cómo se acomoden nuestros pensamientos?



Somos capaces de imponer las virtudes sobre los defectos de esa persona? 

Cuántos de esos defectos son reales y cuántos son un producto de la interpretación de la información que nos llega?


Estamos hambrientos de estar al tanto de todo lo que vive y vivió la persona que supuestamente amamos?

Esas son otras señales características del miedo.

Diría que el miedo es la verdadera pandemia de la Modernidad.

Y el miedo ataca desde todos los frentes, más todavía en lo que se refiere a lo afectivo.
Aquí, funcionarían muy bien por lo menos 3 de los 4 "Acuerdos Toltecas" que una vez lei en un libro, y que son: 
                  1) No hagas suposiciones
                 2) Se impecable con tus palabras
                 3) No tomes nada como personal
(el 4to Acuerdo se refiere a hacer siempre el máximo de lo que se puede hacer en una situación determinada)



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