sábado, septiembre 13, 2008

Amor circular - Andrés Mazzitelli

("Amor circular" resultó el cuento breve ganador del Premio Literario La Voz del Pueblo-2008)




...difícil decir “no”. Especialmente cuando Poly toca el portero. Esto sucede a los tres días, más o menos. Yo estaba una vez llenando el bolsito que él mismo me había regalado. Tenía un casting para la casa Enrico Figgiotti. Seleccionarían 20 modelos para un desfile importante. Yo sería una de ellas. Sabía que tenía el puesto asegurado, porque tuve una transa el año pasado con la productora, Verenisse. Poly nunca supo lo de Verenisse. Así que estaba guardando los maquillajes cuando escuché el timbre: tres cortitos. Los conozco bien. Esperé. Me quedé helada un momento. Tuve la tentación de levantar el fono y decirle cualquiera, insultarlo, mandarlo al carajo de una buena vez. Pero, cuando los timbres volvieron a sonar, algo se quebró dentro de mí, y mis pezones se pusieron rígidos en un segundo. Solo Poly era capaz de ese tipo de reacciones en mi cuerpo.
Subió y se quedó parado como un imbecil en el vano de la puerta. Yo seguí con lo del bolsito, de modo que ni lo miré. Estuvo así unos diez minutos, como luchando contra su instinto. Parecía un bebé desamparado. Después, cuando supo que me preparaba para partir, sacó esas palabras desde el fondo de su alma. Esas palabras que brotan sólo después de sondear el espíritu más flagelado. El dolor más profundo. La más infinita soledad. Sin duda que para pescar poesía, antes es preciso bucear muy hondo en el lago de la pena. Eso eran esas palabras de Poly: poesía.
-Me calentás...- murmuró Poly, y fue suficiente. Hicimos el amor hasta que el sol se puso. Me olvidé de todo, como si nada hubiera sucedido. Cuando estuvimos hartos, Poly aspiró unas líneas y se frotó las encías con el resto. Sólo así estuvo listo para seguir. Fue maravilloso.

Llamé a Verenisse y le pedí un favor especial, por lo del casting. Ella me contestó “Favor con favor se paga” . Yo le dije “Ya entendí.” Sabía lo que eso significaba: un fin de semana en Punta del Este en la quinta sola con Verenisse. Pero no me importaba. He hecho cosas peores. Y Verenisse cocina magnífico.

Poly se quedó esa noche hasta la semana siguiente. Le estaba por salir un trabajo en una disco de Palermo Soho. Cuando eso también se pinchó, empezó saquear mi bar. Se bebió hasta el quitaesmaltes.
Yo sé que estaba re- mal cuando me tiró con el micro-ondas. Estaba re- sacado. No fue su intención. Estoy re- segura. Poly no es así. Me re- quiere. Siempre le digo que se cuide con la merca. Pero esa noche cuando llegué lo vi desencajado. Se abalanzó sobre mí como un animal buscando mi bolso y mi billetera. Creo que no había más de 300 o 400. No le debe haber alcanzado para mucho. Suerte que el hielo y las cremas freezantes hicieron desaparecer la inflamación de mi ojo como por arte de magia. Al otro día llamé a Tere, la chilena. Le dije que viniera, que el departamento estaba a la miseria, y me fui a hacer las fotos para “Mujer Plena”.

Poly se va y yo me quedo destruida. Pero, cuando vuelve, para mí es tan, tan...

(Continúa en el comienzo)