miércoles, agosto 12, 2009

El Futuro no es gran cosa


Ustedes saben, yo no me cocino en el primer hervor. Solo diré que soy de una generación posterior a la de los Beatles, pero no pronunciaré la cifra porque es un número que me sigue produciendo consternación.
Así y todo me siento afortunado por tener estos años, porque me han permitido ver cosas extrañas como la televisión en blanco y negro.
Recuerdo mejor que lo que hice ayer esa madrugada en la que me quedé hasta quién sabe qué horas para ver ("ver" es una forma de decir) la imagen borrosa, apenas definida en nuestro increíble televisor Dummont Shelvy, la torpe silueta de Niel Armstrong dando cómicos saltitos en esa roca helada y polvorienta que resultó ser la Luna. Yo tenía 5 años, y escuchaba también Rivadavia a la mañana, por influjo de mi abuelo Ramón.
A partir de allí he visto
Las repetidoras de TV. de Bahía Blanca (Dios nos libre y nos guarde. Una vez canté en Claromecó y me presentan a Eduardo Senzi, que era el locutor estrella de Canal 7 de Bahía en mi infancia. Yo lo miré como si viera a Robert De Niro, o a John Lennon. Era una celebridad para mí!)
El combinado stereofónico
La proyectora de Super 8
La TV en color
La calculadora cintífica ( tenía tantos botones que parécía el comando de un jumbo)
El radio-grabador a casete
Los relojes digitales
Las video-caseteras

El seca-ropas (si si, no es para la risa)
El Micro-ondas
El disco compacto
El teléfono celular
Las cámaras fotográficas digitales
Y finalmente...LA COMPUTADORA PERSONAL
Le mostré a mi hijo un disco de vinilo, para que supiera de dónde venimos. No entendió bien todo el proceso para reproducirlo en un plato de metal que giraba. En su cuarto, él tiene un TV color con 70 canales de cable, una computadora con conexión a Internet, un teclado Yamaha con 300 sonidos y ritmos, un micro-componente que es radio y reproduce CD´s y DVD en sonido cuadrafónico, y un teléfono celular con cámara de fotos, video, música comprimida en formato MP3 y mensajería instantánea.
Los niños de hoy son digitales. Yo sigo mirando el control remoto como si fuera una maravilla de la tecnología, que supera ampliamente la aguja de tejer que solíamos usar para subir y bajar el volumen.
Nosotros somos analógicos: nos sentimos más cómodos con las manecillas de los relojes, con el sobre que hay que rasgar para sacar la carta, más que con esta triquiñuela que llamamos con actuada soltura E-Mail
Me quedo con mi pasado. O, mejor aún, con el de nuestros padres y abuelos, que debieron ver la evolución de la radio y mil cosas más.
Lamento no poder publicar este texto como Dios manda: en papel.
No es increíble? Ésto es el futuro.
Al fin y al cabo...no es gran cosa.